PELICULAS RECOMENDADAS

En la tierra como en el cielo

Par Sophie Archambault

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19 junio 2024

Captura de pantalla modificada del tráiler oficial de la película

En su tercera película, Sur la terre comme au ciel (En la tierra como en el cielo), la directora y productora Nathalie Saint-Pierre cuenta la historia de la joven Clara, quien abandona su comunidad religiosa para buscar a su hermana Sarah, la cual se ha marchado a Montreal. Clara descubre que, para encontrar a su hermana, primero debe encontrarse a sí misma.

Las hermanas Clara y Sarah viven con sus padres en el campo, en una comunidad cristiana sectaria aislada del mundo exterior. Al ser casi autosuficiente, la comunidad opta aún más por una vida que excluye los placeres fáciles, que acumula restricciones y sufrimientos aquí abajo con la esperanza de acceder, tras la muerte, al más allá eterno. Un día, cuando Sarah tiene que ir a buscar comida a casa de otra mujer del pueblo, ésta desaparece repentinamente de la comunidad, en silencio y sin previo aviso. Sus padres temen sobre todo que se haya ido a vivir con los “extraviados” -personas que no viven estrictamente según los preceptos de la comunidad-, mientras que Clara, desolada por la repentina partida de su hermana, sólo puede pensar en una cosa: ir a buscarla, aunque eso signifique perder la posibilidad de ser salvada por Dios.

Convencida de que Sarah se ha marchado a hacer una nueva vida en Montreal, Clara parte hacia la Ciudad de los Mil Campanarios para regresarla al buen camino. Llega a casa de su tía Louise, hermana de su madre, y se entristece al descubrir que su hermana no está allí. No obstante, Louise le permite quedarse con ella mientras encuentra a Sarah; su tía, a través de la joven, también intentará reconectar con su hermana, la madre de Clara, quien ha optado por la religión antes que por su familia. La película es, pues, una búsqueda familiar, una búsqueda de uno mismo, pero también una búsqueda intergeneracional que pone de relieve los traumas y las heridas que se perpetúan pero que se curan con la descendencia.

Así comienza el peregrinaje de Clara por los barrios de Montreal. Pero encontrar a su hermana pronto se convierte, como dice la directora Nathalie Saint-Pierre, en “un pretexto para concederse el derecho de explorar este mundo que le está prohibido”. [1]» Las creencias extremas de Clara son a veces cuestionadas por su tía, que le hace preguntas para las que no tiene respuesta, y es introducida en la vida de Montreal por Sam, un chico que acaba conociendo y que la introduce en lo desconocido. A través de estos encuentros, se da cuenta de que todas las personas viven su vida con muletas. Mientras que el alcohol, las relaciones insatisfactorias y las drogas son los apoyos existenciales elegidos por el mundo que la rodea, Clara acaba admitiendo que su práctica religiosa radical también es una muleta malsana para ella.

 

El adoctrinamiento -ya sea religioso o ideológico- adopta todo tipo de formas y afecta a mucha más gente de lo que pensaba”, afirma Nathalie Saint-Pierre. “[Cuanto más escribía, más me parecía el tema una buena metáfora del clima social actual. Vivimos una época de grandes fracturas sociales, en la que es muy fácil encerrarse en uno mismo y ver reforzadas tus creencias…”

Nathalie Saint-Pierre [2]

 

Moviéndose por el paisaje de Montreal, las experiencias nuevas, la vergüenza y la esperanza, Clara tendrá que redefinir y reevaluar la intensidad de sus creencias, su fe y, sobre todo, su propia voz y su camino.

 

Hacia el justo medio

 

Sur la terre comme au ciel (En la tierra como en el cielo) nos presenta a personajes que se encuentran en los extremos de su propio espectro. Pronto nos damos cuenta de que Louise es alcohólica y Sam un mentiroso aprovechado. Clara, atormentada por la rigurosa enseñanza religiosa de sus padres y viendo a la gente que la rodea luchar con su propio radicalismo, llega a cuestionarse los impulsos y pensamientos que siempre la han movido. Esto es lo que le permitirá, a través de sus nuevos encuentros, relativizar y poner las cosas en su sitio.

La ciudad le permitió poner a prueba sus dudas. Vivir en Montreal, entre una multitud constante de transeúntes, significa ser anónimo. Sobre todo, para Clara, es “una garantía de libertad; es lo que le permite ir y venir de incógnito, exponerse a otras formas de vida y, en definitiva, liberarse de las normas que siempre han pesado sobre ella”. [3]Por eso tuvo el valor de entrar en una librería de Montreal y pedir a la dependienta que le enseñara lo que tenía que leer para saber si Dios existía. La respuesta de la dependienta: “¿Quieres que exista o no?” – despertó en la joven la conciencia de su individualidad. Por primera vez en su vida, por fin podía pensar por sí misma, decidir su propio camino: tenía derecho a dudar. Es lo que pone en práctica a lo largo de la película, sobre todo cuando interroga a su madre no sobre los fundamentos de la religión católica, sino sobre los preceptos de la comunidad. Es ahí donde Clara, por primera vez en su vida, comprende que el ser humano debe ser fundamentalmente libre en espíritu y cuerpo.

En este sentido, Clara, lejos de refutar su fe y su espiritualidad, aprende a lo largo de la película a matizarlas. Toma lo que la ayuda a vivir y deja de lado lo que la aprisiona, lo que la hiere, para volcarse mejor hacia el amor incondicional a sí misma y a los demás. Así, parece que la vida de Clara está destinada a cumplirse a través de las palabras bíblicas: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37-40). A medida que Clara se descubre a sí misma a través del paisaje de Montreal, nos damos cuenta de que todo es cuestión de matices, perspectiva y amor propio: sólo tienes que encontrar tu término medio para ser feliz.

 

Notas:

 

[1] Sur la terre comme au ciel, Entrevista con la directora, en linea, ‹https://www.surlaterre-lefilm.com/›.

[2] Ibid.

[3] Ibid.

 

 

ACERCA DE SOPHIE ARCHAMBAULT

Estudiante del Máster en estudios literarios, Sophie lee y escribe para entender mejor al ser humano, la sociedad, pero sobre todo al mundo en el que vive. Noctámbula, sus lecturas nocturnas sobre la espiritualidad y los fenómenos religiosos han acrecentado su interés por el concepto de lo sagrado. Amante de la naturaleza y sus peligrosas bellezas, la mitología, la historia del arte y todo lo que requiere creatividad, Sophie gusta de encontrarse a sí misma a través de estas pasiones para luego abrirse al mundo que la rodea.

 

Les opinions exprimées dans les textes sont celles des auteurs. Elles ne prétendent pas refléter les opinions de la Fondation Père-Ménard. Tous les textes publiés sont protégés par le droit d’auteur.

 

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